Taller de producción de mensajes

Publicación del equipo del taller de producción de mensajes, Tecnicatura en Ciencias de la Comunicación del ISDyF n°77 (Munro), coordinada por el lic. Santiago Castellano.

19.10.06

Crónica de una salida.
Deep Purple en Argentina.


Ni bien nos enteramos de la venida de Deep Purple a Argentina hubo coincidencia de todos los que vivimos en casa en que el espectáculo valía la pena.
Fuimos a comprar las entradas a Obras con treinta días de anticipación para no perdernos el evento.
Los motivos que nos hacían querer presenciar este show eran distintos en cada uno de nosotros. En el caso de mi marido, de 45 años, porque este grupo llenó muchas de sus horas de adolescente. Esa edad en la que un grupo de música que gustaba podía lograr despertar más interés que ninguna otra cosa y provocar una especie de fascinación en todos los que creían saber algo de música o en aquellos que simplemente la disfrutaban. Para mi esposo, saber que estos “monstruos del rock” estarían aquí y que él podría estar a escasos metros de ellos era algo que despertaba en él una fuerte nostalgia y emoción.
Para mis hijas de 21 y 18 años, el motivo era el entusiasmo que les genera todo recital en vivo de un grupo que les gusta. Según ellas, la música se vive de manera mucho más intensa si se la escucha en vivo. La pasión que ellas sienten por este grupo de rock y por otros de la misma época viene de hace años. Probablemente por influencia de su padre, es que, muchas veces, prefieren música que existía antes de que ellas hubiesen nacido a otra que sea contemporánea a ellas.
En mi caso, el motivo de interés era considerar este evento como una buena oportunidad para estar los cuatro juntos, compartiendo un momento de diversión y emoción.
Arreglamos todo como para llegar unas cuatro horas antes del inicio del recital. Es que teníamos entradas para el campo y entonces queríamos estar lo más cerca posible de estos “ídolos del rock”. A pesar de llegar tan temprano, ya había una cola de más de 200 metros. Esperar allí ya era parte del evento, pues mientras lo hacíamos, vendedores de remeras y otros artículos alusivos al grupo pasaban ofreciendo sus mercaderías. Mientras esto ocurría, se iban agregando a la fila “personajes” que parecían surgidos de la década del 70 a través del túnel del tiempo: roqueros pelilargos con camperas de cuero o jean, tachas metálicas, botas, aros, tatuajes, bandanas y mil otros accesorios.
Era interesante observar las edades de los concurrentes. Había grupos de jóvenes pero lo que más abundaba eran los hombres de mediana edad acompañados, en algunos casos, por su pareja de igual edad y en otros, como era el nuestro, por sus hijos adolescentes. Todos aguardábamos en forma tranquila y ordenada hasta que nos dejaron ingresar. Pudimos ubicarnos a unos diez metros del escenario y allí permanecimos parados y en orden hasta que apareció el grupo soporte: “Zeldar”
Ya en este momento, la gente comenzó a saltar y a moverse al unísono, pero lo realmente movilizante ocurrió al aparecer Deep Purple. Todos querían estar cerca, entonces comenzaron los empujones para comprimirse y llegar lo más próximo al escenario posible. Comenzaron también los vaivenes que acompañaban a la música y debían ser seguidos por todos, pues si alguien se quedaba quieto corría grave peligro de caer al piso y ser aplastado. Ahí descubrí cómo se vive un recital desde lo que llaman “pogo”. Después de unos minutos en los que traté de resistir y hacer lo que hacían los demás, desistí y preferí emprender una lenta retirada para seguir el recital desde unos metros más atrás. Desde allí no se podía ver ni vivir del mismo modo, pues no había tanta sensación de cercanía con los músicos, pero se tenía mucha menos sensación de opresión y tensión, pudiendo así relajarse un poco sin recibir ningún empujón ni pisotón. Particularmente pude disfrutar mucho más, a pesar de no poder ver tan bien.
Mientras observaba a la gran masa de gente que, delante de mi, se movía y saltaba al son de la música, pensaba lo fácilmente que en un lugar así pueden producirse accidentes que concluyan en lesiones o hasta en la muerte misma. Inevitablemente pensé en la tragedia de Cromañon y en los chicos que, como nosotros, habían ido allí a divertirse viendo a su grupo favorito de rock y terminaron internados o muertos. Riesgos que corremos todos al concurrir a un sitio donde hay mucha gente hacinada. Riesgos que, aún habiendo tomado precauciones y previsiones, no siempre es posible evitar.
El recital continuó con verdadero entusiasmo y compenetración del público que se sabía las letras de casi todas las canciones y que cantaba a la par de los músicos, prendiendo sus encendedores para moverlos todos a la vez formando una ola y creando una atmósfera irreal que todo lo envolvía. El momento era único, mágico y maravilloso. La gente emocionada y conmovida disfrutaba del espectáculo que sus ídolos les brindaban. Los artistas hicieron bien lo suyo y se sintieron halagados y sorprendidos por la respuesta del público de este lugar del mundo, tan lejano y desconocido para ellos, llamado Argentina.

Carina Alvarez.

4 Comments:

At 10.4.07, Blogger comisión said...

el ariculo me gusta, supongo que es de una persona mayor que no vive un evento asi con tanta efervescencia como los jovenes,nosotros lo vivimos con tanta exaltacion que pasamos por alto muchas cosas en cuestion de seguridad
saludos mariela

 
At 15.4.07, Blogger comisión said...

Es un Artículo muy interesante en el que queda plasmado, como vive el clima de un recital, una persona mas grande, acaso sin tanto frenesí como si ocurre con los jóvenes pero con la misma pasión que uno de ellos.

Saludos Pablo

 
At 15.4.07, Blogger comisión said...

La crónica me pareció muy interesante ya que en ella se narra un recital visto desde un adulto y no desde un joven, lo que nos muestra otra mirada al asunto. El espectáculo puede ser el mismo pero siempre la recepción va a variar dependiendo del sujeto que lo este percibiendo.
Saludos, Mariana

 
At 4.7.08, Blogger Carina said...

Bueno, tampoco es que la persona que escribe sea TAN grande...jajajaja

 

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